jueves, 14 de abril de 2016

ENERGIA SEXUAL: RELACION CON UNO MISMO Y CON EL MUNDO III

LA DEVOCIÓN POR EL FEMENINO DESDE EL MASCULINO SAGRADO

Desde tiempos inmemoriales, el culto al femenino era significativo de una tribu, clan, pueblo, grupo o cultura sanamente enraizadas en la gran madre tierra, que se traducían en un profundo amor, veneración y respeto por toda la riqueza que ella alberga y ofrece, y a partir de ahí, una visión de lo trascendente y lo sagrado en el que cada ser humano tenía muchas oportunidades de crecer y desarrollarse pleno y libre, como miembro de esa tribu y al mismo tiempo consciente de su individualidad y potencialidad única y propias y de lo que desde ahí podía aportar a la comunidad.
En ese marco, el hombre y la mujer, el masculino y el femenino, se relacionaban y ocupaban su lugar en el mundo, en virtud de una hermosa y equilibrada danza de sus esencias sexuales, fruto de un auténtico y certero conocimiento, y de nuevo del respeto por las leyes de la madre naturaleza.
De este modo, nosotros los hombres, los cazadores, los sostenedores también, los protectores de las amenazas externas, sentíamos claramente la fuerza de tal misión en nuestro ser masculino, nos sentíamos guardianes de los tesoros del femenino, de la fertilidad, la abundancia y la insondable sabiduría conectada hondamente a la tierra de las mujeres. Infinitamente agradecidos de ser curados en cuerpo y alma cada vez que regresábamos de la caza o la guerra.

Chamanes, sacerdotes, magos y todo tipo de hombres poderosos sabían del inmenso y primigenio poder del yin, y aún invocando y haciendo uso de los elementos más masculinos, eran adoradores fervientes del femenino, en una época como la nuestra, bien se hubieran atrevido a proclamar que Dios es mujer...

Sin pretender hacer un discurso nostálgico, sí que es mi intención rescatar el enorme valor, significado y utilidad de estas referencias para nuestro confuso y perdido hoy en día. Son referencias de carácter innato, instintivo, más allá de tiempos, lugares y culturas, soy de los que cree firmemente que se encuentran en nuestro inconsciente colectivo, quizá actualmente bastante encriptadas, pero en cualquier caso todavía hoy, y mientras seamos seres humanos sexuados, formando parte íntima de nuestras esencias.

Y en este sentido, yo mismo como hombre me hago y a su vez lanzo la pregunta: qué puede aportar el hombre, el masculino del presente en la interacción con el femenino, con las mujeres de la actualidad, para ir entonces recuperando el sagrado y natural equilibrio de esa danza, la rica sinergia entre sus esencias sexuales?

Diría que el aspecto central y prioritario es que el hombre debe re-conectar con su propia esencia masculina, re-conocer y volver a comprender dónde y en qué reside su auténtico poder, lo mejor de sus cualidades, mirar bien adentro y tamizado y enriquecido por su propia idiosincrasia como individuo, re-encontrar al cazador, al guerrero y al guardián, al chamán, al mago y al sabio. Entonces y sólo entonces podrá entender y re-vivir que su fuerza proviene de los elementos polares al femenino, de su relación sagrada con el fuego arrasador, destructor y el aire expansivo y purificador, de una especial comunión con la muerte que es su íntimo y principal patrimonio y que le impulsa a trascender todos los miedos, los apegos, asentándose en un verdadero sentido de libertad, y gracias a ello abriendo su potente corazón, capaz de AMAR sin reservas y direccionándose y ayudando a direccionar con determinación, coraje y visión.

Es desde ahí que recuperaremos también LA DEVOCIÓN POR EL FEMENINO, por “nuestras” mujeres, se hace evidente entonces que no desde un compromiso vacío, desde un forzado y artificioso sentido del deber. Esta devoción es AMOR por todas ellas sin excepción, ya que en todas ellas se refleja la madre tierra, la madre universo, preñándose y pariendo constantemente, constantemente creando.

Es desde esta comprensión que podremos observar y corregir las desviaciones propias de nuestra esencia y energía sexual masculina: la huida, el abandono, la violencia, la soledad vacía, el pensamiento circunscrito a parámetros, la esclavitud del apego al circuito del impulso y la descarga (sexual y de todo tipo)...etc., y las terribles consecuencias derivadas de estas que hemos pagado caro todos a lo largo de los tiempos y por desgracia seguimos haciéndolo, tanto hombres como mujeres, niños y niñas, y en realidad, la totalidad de hijos e hijas de la gran madre, por tantos siglos de patriarcado abusivo, de monoteísta impuesto, de violencia y violaciones, de guerras que nada han tenido que ver con la lícita y natural defensa del territorio y del clan, de adoctrinamiento, de determinismo, de mecanicismo...en suma, de manipulación de las leyes sagradas de la naturaleza.
Y no siento que haga apología de todo ello, porque desde esta comprensión y asumiendo la responsabilidad de estos hechos como verdaderos hombres, es que podremos llegar a captar realmente la magnitud del daño que viene padeciendo todo lo que representa el femenino y retornar necesariamente entonces a nuestro MASCULINO SAGRADO.

Tampoco siento que nos estigmatice y nos coloque en una situación de inferioridad o inutilidad como hombres con estas palabras. Es más, siento que lo dicho anteriormente acerca de nuestras cualidades y potencialidades, nos ensalza y pone de relieve lo necesarios que somos si estamos de verdad conectados con nuestra esencia, la polarización y el consecuente equilibrio fusionado que podemos y debemos establecer con el femenino. Es nuestra responsabilidad, y somos perfectamente capaces de conseguirlo apoyándonos en esas preciosas cualidades, ya lo hicimos en el pasado y los saberes ancestrales guardan maravillosos tesoros de conocimiento y logros en este sentido...

MANGALAM!!!




Por José Angulo                                                                                                   
Psicólogo clínico
Psicoterapeuta en Biogestalt y dinámica grupal
Actualmente en proceso de formación como Psicoterapeuta Somático en Biosíntesis

1 comentario:

  1. Hola.
    Te escribe Maria Ordoñez, un placer saludarte.

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